EL LIBRO DE VEDRAN

       Rebeca me ha estado mirando. Sucedió hoy, a las siete menos cuarto de una mañana de perros. La resaca no le hadejado dormir, intuyo. Despedía un fuerte olor a bebida destilada. Como nunca he bebido, no sabría decir cuál. Quizá por eso tampoco puedo afirmar queestuviera borracha… Pero lo pienso. Y lo digo.

      Como no dormía, seguramente se hadesperezado. Ha ido al baño y ha visto el espejo. No se ha reconocido.¡Aahhh! Qué susto. Esa sombra soy yo. Vaya pinta, ni el león de la Metro. Entonces se ha sentado en la taza del wáter, ha meado un buenrato y ha vuelto a la cama. Ahí es cuando me ha empezado a mirar.

     Al principio observaba sin ver. Paseabasimplemente por mi espacio, deslizando sus iris por mi piel. Me acariciaba suausencia.  He imaginado que había unalínea verde entre su fóvea y mi cuerpo. Verde mar. Como sus ojos.

      La línea tatuaba en mi lomo un tequiero inaudible, invisible, que sólo era fuego. Y ha sido ese calor tontuno el que meha despertado, y entonces me he dado cuenta de que ella estaba ahí.

     Al mismo tiempo el tren se acercaba a Sarajevo. Un fugitivo se estaba apeando en la estación de Lukavica. Vaya nombrepara una estación. No tiene ni idea de Rebeca, pero ella está allí, corriendo su suerte. Desciende y cruza asustado. Camina rápido, casi corre, hasta refugiarse en una taberna en el centro de los Balcanes.  Rebeca cierra los ojos verdes. Recuerda. Una vez cruzó en moto la costa dálmata con André. Era cuando aún compartían momentos, y ella dormía acurrucada en sus brazos, como en una sillita fetal, embozada en unas sábanas empapadas de sexo y poesía. Hasta la amanecida.

    Ya no me mira. Estoy aquí, delante tuyo, eeehhh. No existo si no me abro a ti. Mi vida es un sindiós si no encuentro un pequeño habitáculo en tu cerebro. ¿Vas a negármelo ahora?

   Vuelvo a encenderme. A miles de kilómetros de distancia el prófugo está en la barra de un tugurio informe. Suena un chelo. Estamos en 1992. Smailovic ejecuta a Albinoni, en homenaje a las veintidós personas que fueron asesinadas mientras hacían fila para recibir pan. De la pupila esmeralda se escapa una lágrima, otra, y otra más. ¡Me empapa! Quiero huir pero no puedo. Atrapado en su llanto estúpido a causa de un soldado quebebe rakija lejos, muy lejos, y a quién apenas conoce… ¿o sí?

     Me he quedado a oscuras. Me ocurre yentonces es como si estuviera muerto. A veces dura unos segundos. A veces días, semanas. En ese tiempo de soledad percibo presencias. O golpes. Me buscan y me ignoran. Incluso.

    No sé qué estará pasando en ese bar donde un adagio araña la luna. Donde el agua de los ojos verdes de la chica se remansa y espera.

   Esa música…esos hombres comprando comida… la ciudad sitiada…¡Dios mío! El miembro de la brigada estáhablando. Su voz está en mí, como otra vez la mirada temblorosa de esa mujer. Se comunican. Ella lo escucha, sufre con él. Es increíble, el poder de la emoción acercándoles. Es una sensación fronteriza con el miedo, pero dulzona y cálida.

   Rebeca me ha tomado en sus brazos. Creo queha decidido levantarse. Se sacude el cabello, rojizo, como de eslava. Quizá no se llame Rebeca, pero me gusta pensarla así. Siempre he soñado una amante con cuyo nombre. Me ha acariciado y estrechado contra sus senos. Creo que estoy teniendo una erección… O la imagino. ¿Qué importa?

     Me quedo en el suelo, desparramado, con mis brazos en su busca.  Vuelve sucabeza, el pelo azotándole las sienes.

Me mira.

Me cierra.

Se va.

                                                           Xenia Rambla

                                                          VLC,  a veintiuno de julio de dos mil quince

(El libro que cuenta la historia real de Vedran Smailovic nos narra cómo está siendo leído por Rebeca…)

7 opiniones en “EL LIBRO DE VEDRAN”

  1. Libros dentro de libros, teatro sobre el teatro, la creación que se recrea a sí misma de forma diferente cada vez. ¿A quién le interesa leer el libro de Vedran cuando tenemos el relato de Rebeca/Xenia?

  2. Resulta atractiva la forma en que se destila la obra, donde el personaje empapado de las aguas de Leteo, es capaz de reencarnarse para volverse a sumergir en la opuesta orilla, recordando lo olvidado. No es muy saludable beber para olvidar pero a veces es necesario olvidar para purificar la memoria.
    Me encantó!

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